http://www.elmundo.es/navegante/2004/11/26/cultura/1101461363.htmlMADRID.- Rodrigo Blaas y Carlos Baena son los 'primos' españoles de la familia Increíble, que llega a los cines de toda España de la mano de Pixar. Conocen como nadie a Mr Parr, ese superhéroe entrado en años que quiere volver a los viejos tiempos. Estos dos jóvenes que llevan dos años trabajando para la factoría de animación de Steve Jobs y John Lasseter han aprovechado un viaje relámpago a España para presentar su trabajo dando vida a 'Los Increíbles' en Art Futura.
Entrada a los estudios Pixar en Los Ángeles.
La historia gira en torno a Mister Increíble, Bob Parr, que en sus buenos tiempos fue uno de los superhéroes más grandes del mundo. Pero hoy, 15 años más tarde Bob y su esposa, Helen, son una familia normal que vive en las afueras de la ciudad junto a sus tres hijos... hasta que reciben una misteriosa llamada. Entonces, vuelven a ser 'Los Increíbles'.
"Es una historia algo distinta a las que Pixar ha hecho antes -dice Carlos- porque en este caso está dirigida no sólo al público infantil, también al adolescente y al adulto".
Carlos, un canario de 29 años, llegó a EEUU con 18 años y ha trabajado en animación para estudios de la talla de ILM o Pixar, en películas como 'Star Wars', 'Men in Black' o 'Nemo', mientras que Rodrigo, nacido en Granada, lleva sólo cuatro años en EEUU pero antes ha sido el encargado de animar la ardilla de la película 'Ice Age'.
Los dos han dado vida al padre de familia, Mr Increíble, pero también han participado en muchas de las escenas de acción de la película. "No trabajamos sólo en un personje, sino que la forma habitual de trabajar en Pixar es que el director te da una escena completa y nosotros trabajamos en todos los personajes de ese plano", dice Rodrigo.
Complejo proceso de producción
En total, unos 60 animadores han trabajado en esta cinta, que ha seguido un complejo proceso de producción de tres años de duración. Primero, la escritura del guión, y luego los storyboards, que después se convierten en una forma de animación que se conoce como "bobinas" o "animáticas", que permiten a los realizadores afinar las secuencias antes de animarlas.
Mientras tanto, el departamento artístico "está trabajando a tope para ilustrar hasta el último rasgo físico de cada personaje y del universo en el que viven". De hecho, los animadores trabajan sobre personajes ya modelados, ellos sólo les dan movimiento y les 'introducen' en las escenas.
Además, un equipo se encarga del diseño de los platós virtuales, los accesorios, los edificios, las superficies y las paletas de color. Por último, comienza el proceso de transformación de estas representaciones en 2D en realidades de 3D.
El primer paso del proceso le corresponde al grupo de maquetas, que tiene que construir los personajes y los platós en el ordenador. El equipo de diseño es fundamental en la siguiente fase, que consiste en afinar los personajes y la cámara a partir del storyreel para crear las "tomas" que aportarán efecto a la narración de la historia.
A continuación, los personajes se animan completamente -movimiento a movimiento, toma a toma-, se les da vida con toda una serie de expresiones, movimientos y emociones. El sombreado y la "iluminación digital" son el último paso de la fase de producción y finalmente toda la película pasa a "representación" (rendering). En la representación, toda la información que conforma la película pasa de datos digitales a fotogramas. Por último, la película termina como cualquier otro largometraje: montaje definitivo, banda sonora e incorporación del sonido y los efectos especiales.
Los retos de los personajes de carne y hueso
Pero para dar vida a la película, los animadores se enfrentaron a varios problemas nunca antes tratados, motivados por el hecho de que es la primera película de Pixar con los personajes protagonistas reales, de carne y hueso, y a los que se quería dar un aspecto completamente humano. La primera pesadilla fue el pelo: "Los personajes llegaron a nuestro departamento calvos y desnudos y salieron con vestuario y peinados enormemente realistas", explican: "En una película de animación generada por ordenador, el pelo siempre resulta complicado porque tiene múltiples capas y se compone de millones de hebras que friccionan entre sí y que, sin embargo, deben ofrecer una apariencia de cohesión. Se separa y vuelve a unirse dependiendo de cómo se mueva la cabeza y de cómo sople el viento. El problema son todas esas capas que quieren entrelazarse y cómo impedir que eso ocurra cuando el pelo roza los brazos, los hombros y otros objetos sólidos".
Eso por no hablar de la ropa. Tuvieron que diseñar más de 150 prendas diferentes para los personajes protagonistas y secundarios. Pero el director no sólo quería ropa bonita... quería que pareciera de verdad.
Otro de los problemas fue el desafío de hacer moverse a los personajes de forma realista,el equipo técnico se empapó de física y del clásico libro de medicina Gray's Anatomy, con el que maquetadores digitales y animadores pudieron entender cómo se mueve el cuerpo dependiendo de la acción. También se facilitó material de películas de acción real con personas agachándose, caminando y moviéndose para que el equipo fuera enfrentándose a los tabúes de los músculos, la piel, el pelo y la ropa. "Era de lo más normal encontrarte a algún que otro animador embutido en el traje de Mr Increíble corriendo por el pasillo mientras sus compañeros tomaban notas", recuerda Carlos. Todo para lograr el mayor realismo posible.
Ésta no ha sido la única película en la que ha trabajado la pareja de animadores españoles. Ambos estuvieron antes dando vida a Dory y a Marlin en 'Buscando a Nemo', y Carlos es el creador del cordero que aparece en 'Bounding', el corto que se proyecta antes de 'Los Increíbles'.
Ahora, los dos están concentrados en la próxima película del Rey Midas de la animación, John Lasseter. Se llamará Cars, y Pixar prevé estrenarla el próximo año. Otro éxito seguro.