Pues yo sí estoy de acuerdo con lo que comenta TermitaX. Y os pongo otros ejemplos:
3D Studio MAX fue el primer software de los grandes que se pirateó en España y toda una generación de tresdeseros nos beneficiamos de ello ya que aprendimos una profesión que de otra manera hubiera sido inaccesible (por entonces no existían demos de Maya o Softimage, ni versión estudiantes ni hostias)
Cuando aquí ha llegado el negocio de la animación digital y ha habido que crear estudios de animación, el software más conocido era 3D Studio MAX y es el que se ha comprado para las entonces incipientes empresas de videojuegos y sobre todo de infoarquitectura. Otras que hacen cine como Kandor o Ilion también lo tuvieron, pese a que no es el mejor software para ese tipo de producciones, pero hasta ahí llegó la predilección por él, seguramente gracias a la popularidad que alcanzó al ser conocido por aquéllos que debían decidir que paquete comprar.
Otras empresas como Sony o Nintendo, cuya fuente de negocio es vender videoconsolas, también se han beneficiado de que se piratearan los videojuegos ya que, por un lado no solo no les perjudicaba a ellos, sino que por el otro les beneficiaba: para jugar a un juego pirata necesitas comprar la consola.
En otro sector, el de los ISP´s (Internet Service Providers), también ha habido beneficio gracias a la piratería, que exigía disponer de conexiones veloces para bajarte el giga y pico que pesa la película que quieres ver. Y voy más lejos... quizás hoy en día el mercado no ofrecería conexiones de fibra óptica de 50 megas si solamente usáramos Internet para ver el correo y Facebook.
En el sector de la música fue donde primero clamaron las voces en contra la piratería.
Hoy en día el discurso es diferente: los músicos saben que ganan más dando conciertos en vivo que vendiendo discos. Quizás por eso haya cada vez más músicos que no se sienten necesitados de la SGAE, al ser un organismo que defiende los derechos de autor en obras grabadas y cobra por ello, pero que en los conciertos en vivo, al no ser pirateables, no pinta nada.
De hecho, muchos cantantes desconocidos o sin un padrino famosete jamás hubieran tenido la oportunidad de ser escuchados de no ser por Napster o Kazaa.
Hoy en día la piratería de música perjudica principalmente a empresas intermediarias que poco o nada tienen que ver con el cantante, pero que se benefician de su trabajo a base de incrementar el precio de un CD, que pagamos nosotros. Y francamente, perjudicar a esas empresas me preocupa poco; si pago por escuchar la música de mi cantante preferido, me quedo más tranquilo si mi dinero, el 100%, le llega a él.
En resumen, la piratería ha perjudicado a un modelo de negocio pero ha abierto las puertas a nuevos medios de entretenimiento (Spotify, iTunes, AppStore) y de otras maneras de hacer negocio.
Empresas como Cinesa, Cinebox y similares han ido incrementando hasta un 36% el precio de una entrada de cine en pocos años, convirtiendo en un semilujo algo que antes era habitual; ir al cine. Mientras, la gente que se bajaba películas de Internet estaba dando la pista sobre cuál iba a ser el sistema de divulgación del nuevo siglo: el streaming. Gracias a eso empiezan a aflorar empresas como NetFlix, Hulu o Mubi que, pagando un precio más justo, permiten ver una película de estreno que parece que estamos dispuestos a aceptar, aunque en casa no tengamos una pantalla de 9 metros o un sistema de sonido digital inmersivo (pero tampoco tenemos al niño de detrás dando pataditas, al caraculo al que se le olvida apagar el móvil o al imbécil tragaldabas que no deja de hacer ruido con la bolsa de palomitas).
Unas empresas despiden empleados por culpa de la piratería, pero otras generan empleo gracias al mismo fenómeno. Luego no se puede decir que la piratería sea únicamente mala.